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Editorial 13a Edición

By 18 enero, 2016Editorial

La manera en que nos hacemos viejos ya no depende en su totalidad de la apariencia física. Ahora hay otras cosas que nos hacen sentir que envejecemos como la menopausia o la andropausia. -Aunque, ciertamente, es una cuestión muy relativa y particular de cada persona-. En 1960, por ejemplo, la gran mayoría de las mujeres se preocupaban por su apariencia, pero solo eran jóvenes las menores de 25; a las mayores de esta edad se les arrebataba el tan glorioso título convirtiéndolas en esposas y madres.

Hoy una mujer puede ser joven teniendo 50 y siendo esposa y madre. Los nuevos 30 son los nuevos 50 -dicen muchas mujeres-. Y hay mucho de cierto en la frase. Habrá quien llame vanidad tener 50 y quererse ver de 30; yo lo llamaré libertad a elegir, porque aceptar una edad no necesariamente tiene que ser aceptar las arrugas o las canas, ni casarte o tener hijos. Aceptar una edad es ser consciente de la madurez intelectual y emocional; es ser más sabio que ayer.

Hoy gracias a los avances en la medicina dermatológica, la tecnología y demás ciencias; mujeres y hombres tenemos la libertad de elegir qué reflejo queremos ver en el espejo. Y no se trata de llegar a los exceso en los procedimientos dermatológicos o las cirugías plásticas. Cuidarse, preocuparse y hacer algo para verse y sentirse mejor, en todos los aspectos de la vida, son solo consecuencia de amar quien somos y como somos, y querer amarnos aún más.


Dr. Gabriel Huerta Rivera

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