Los lunares (médicamente llamados nuevos melanocíticos) son lesiones benignas muy comunes en las personas. Pueden ser congénitos o aparecer a lo largo de la vida y el sol es uno de los principales factores que pueden provocar su cambio.
Es posible encontrarlos en cualquier parte del cuerpo y el número varía de persona a persona, desde lunares únicos hasta cientos de ellos. No ocasionan síntomas, por lo tanto, la presencia de picazón, dolor, enrojecimiento o sangrado se consideran señales de alarma y hay que realizar una revisión médica.
El autoexamen es necesario e importante para el reconocimiento y monitorización de la evolución de la apariencia de la piel. Existe un acrónimo que facilita la identificación de aquellos lunares o lesiones que merecen atención, diferenciando aquellos que son benignos y ayudando así a prevenir uno de los tipos de cáncer de piel más agresivos y peligrosos: el melanoma.
A= Asimetría, las mitades son diferentes.
B= Borde irregular o mal definido.
C= Colores y tonalidades diferentes en una
misma lesión (café, negro, blanco, rojo o azul).
D= Diámetro mayor a 6 mm.
E= Evolución, lesión que va cambiando en tamaño, forma o color.
Es importante saber cuándo un lunar tiene riesgo de transformación maligna. Si algún lunar o mancha cumple con cualquiera de los criterios del ABCDE, es recomendable que sea evaluado a la brevedad por un dermatólogo.
La revisión y el reconocimiento temprano de lunares que están cambiando o tienen características diferentes, es importante para identificar lesiones malignas y de esta forma, iniciar tratamiento. El control dermatológico habitual es de gran importancia para prevenir y diagnosticar de manera oportuna el cáncer de piel.
Dra. Aline Esther Baeza Echeverría
Dermatóloga
CED. prof. 8929841
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tel. 999 117 4785