Suele manifestarse inicialmente con pequeñas ampollas, que en muy corto tiempo son reemplazadas por pústulas y finalmente costras. La bacteria que suele causar esta enfermedad es el staphylococcus pyogenes. Esta enfermedad es autoinoculable, lo que significa que se disemina rápida y fácilmente por el mismo paciente; más aún si se considera que la población mayormente afectada son los niños.
El impétigo suele clasificarse como primario y secundario.
Primario cuando surge en la piel que circunda los orificios naturales como son la boca, ojos, nariz, orejas o incluso en el área perianal; se trata de piel que estaba inicialmente sana, pero que al tener el paciente el antecedente de otitis, faringitis o amigdalitis previa, entonces, dicha infección pasa a presentarse de forma cutánea.
Secundario a la infección que ocurre en la piel donde ya se encontraba una dermatosis previa, es decir, que secundariamente se infectó. Las lesiones son de evolución aguda y dejan la piel erosionada dando la impresión de una quemadura, que posteriormente deja mancha rosada y afortunadamente al sanar no deja cicatriz. Esta infección, algunas veces, se asocia con fiebre y malestar general.
En muy pocos casos, el impétigo vulgar puede llegar a complicarse presentando adenopatías (ganglios palpables) dolorosas, celulitis (infección más profunda), glomerulonefritis (afección renal) o sepsis (diseminación de la infección a torrente sanguíneo).
Datos útiles
Se recomienda que los pequeños sean atendidos en forma oportuna, ya que su diseminación es rápida y, aunque lo anterior alarme a los padres, no se debe aplicar nada sin consultar a un profesional, pues es muy común su complicación con dermatitis de contacto, por lo que se le aplica. El mantener las manos limpias y evitar el contacto con las lesiones disminuye el riesgo de diseminación al resto del cuerpo.
Dra. María Isabel García Rodríguez
Dermatóloga con subespecialidad en
Pediatría
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