La dermatoscopía surge como una herramienta diagnóstica que se sitúa entre la evaluación a simple vista y un estudio al microscopio, con múltiples ventajas y lo más importante un aumento en la precisión diagnóstica durante la consulta.
Siendo la dermatología una de las especialidades médicas más visuales, donde el problema está expuesto, y aparentemente sólo está esperando a ser diagnosticado, es requerido un ojo clínico entrenado que permita aproximarse con precisión a dichos problemas y ofrecer mejores resultados.
En 1920 surge el primer prototipo de dermatoscopio, mismo que con el paso de las décadas adquirió múltiples mejoras hasta llegar al equipo portátil con el que contamos hoy en día, que se trata de un instrumento del tamaño de un teléfono celular, que cuenta con una luz muy especial (polarizada), adherido a una lente de gran aumento, que dista mucho de ser una simple lupa; nos permite observar con gran nitidez estructuras presentes en la piel que son invisibles a simple vista.
Uno de los principales motivos de consulta dermatológica es para mostrar lesiones en la piel con la preocupación que se trate de cáncer. Para ayudar a resolver esta interrogante desde 1971 se describió su utilidad para la evaluación de lesiones tumorales, y hoy en día ha cobrado una importancia capital para el diagnóstico de dos importantes enfermedades, el carcinoma basocelular o cáncer, que son las más frecuentes que afectan al ser humano; y del melanoma, el tumor que es más agresivo que existe.
Con el paso de los años se han ido sumando a la lista de enfermedades un gran número de condiciones, y diversas técnicas para su uso entre las que destacan:
Tumores malignos: Como el melanoma, carcinoma
Dr. Juan Enique Paniagua Santos
Dermatólogo
(CED. prof. 7715724) Dermacenter