La mastitis es la inflamación de la glándula mamaria, generalmente causada por una infección. Esta suele ser consecuencia de la obstrucción de los conductos de leche o de agrietamientos en la piel del pezón, siendo más común cuando una mujer se encuentra en el periodo de lactancia.
Durante la lactancia materna, los pezones pueden fisurarse y permitir que las bacterias que viven en la piel ingresen en el tejido de la mama, obstruyendo el flujo de la leche por los conductos mamarios. Esto puede ocasionar síntomas como hinchazón, enrojecimiento, sensación de calor, dolor en la mama, sensibilidad al tacto, ganglios inflamados en las axilas, fiebre, escalofríos y fatiga.
Factores de riesgo:
• Pezón dañado.
• Tomas infrecuentes.
• Horario y duración de tomas programadas.
• Lactancia mixta.
• Agarre deficiente.
Para eliminar los síntomas, el tratamiento incluye repo- so materno, vaciado frecuente de la mama (el lactante puede seguir alimentándose de la mama), antiinflamatorios y antibióticos. Se puede aplicar calor local e ingerir muchos líquidos.
La mastitis es una condición dolorosa y potencialmente debilitante que afecta a las mujeres lactantes, y requiere atención rápida y experta. Por lo tanto, si te encuentras amamantando y comienzas con alguno de estos síntomas, a quien debes acudir es al ginecólogo.
¿Cómo puedo prevenir la mastitis?
Los asesores de lactancia son expertos en el manejo de problemas relacionados con la lactancia materna, incluida la mastitis. Pueden brindarte apoyo emocional, asesoramiento sobre técnicas de amamantamiento que pueden ayudar a prevenir futuros episodios de mastitis, y ofrecerte soluciones prácticas para aliviar el dolor y facilitar la curación.