Los nevos, o lunares como se conocen comúnmente, son conjuntos de células productoras de pigmento (melanocitos) que usualmente presentan un color más obscuro que el resto de la piel. Pueden adquirir diversas formas y aspectos; algunos de ellos son planos y parecen más una simple mancha, otros son semiesféricos e incorrectamente los denominan como verrugas. En ocasiones estos pueden tener vellos.
El número y la localización de los lunares en la cara y el cuerpo, puede variar de acuerdo a la genética de cada individuo, también varía por factores externos como la exposición al sol o el embarazo. En su mayoría, estos conjuntos de células aparecen antes de los veinte años de edad y van aumentando de tamaño paulatinamente, en especial durante la tercera década. Posteriormente, después de los 50 años, tienden a perder su color y algunos de ellos pueden ser imperceptibles.
Sin embargo, existen algunos lunares de mayor tamaño que presentan una apariencia clínicamente diferente a lo común y, en ocasiones, su tratamiento puede variar. Este es el caso del nevo de Ota, el nevo de Becker, el nevo de Ito y la mancha mongólica. La diferencia de la apariencia que hay entre ellos se debe, en gran medida, al nivel de profundidad dentro de las capas de la piel en dónde se encuentran estas células. Otro aspecto que ayuda a diferenciarlos es su localización, pues cada uno tiene un sitio en el que predomina.
Sin duda alguna, de entre estos nevos, el que genera más demanda para su revisión y tratamiento por razones médicas y estéticas es el nevo de Ota. Este lunar generalmente está localizado en el tercio superior o tercio medio de la cara. Su nombre hace honor al médico que lo describió en 1939: Masao Ota. Se presenta con mayor frecuencia en población femenina, asiática y afroamericana. Sin embargo, no es del todo raro observarlo en población mexicana. Usualmente se nace con él pero, en algunos casos, también se desarrolla durante la pubertad y es un tipo de lesión que no tiende a desaparecer con la edad.
Dado que este lunar suele seguir el trayecto de uno de los nervios principales de la cara (nervio trigémino), aparece en un sólo lado de la misma, abarcando la zona alrededor del ojo. Incluso, algunos casos pueden presentar involucro ocular: manchas obscuras dentro del ojo.
Los casos que no presentan involucro ocular, suelen tener una evolución benigna. Su manejo es meramente por razones estéticas y está enfocado a disminuir el color del pigmento. Éste suele tener bueno resultados con el empleo de diversos láseres.
Por el contrario, los casos en donde existe involucro ocular, tienen riesgo de desarrollar complicaciones a largo plazo como glaucoma o tumoraciones malignas y, por lo tanto, es importante un seguimiento por parte de un dermatólogo y de un oftalmólogo, a lo largo de la vida.
Dra.Mildreth Amelyn Cid Garza
Dermatólogo
(CED. 5599043)
mildrethcid@gmail.com