El nevo de Ota es un lunar que se caracteriza por la localizaciòn en dermis del pigmento. Generalmente se encuentra desde el nacimiento como una mancha que abarca un lado de la cara de color azul oscuro, marrón o grisáceo, que se distribuye a lo largo del trayecto del nervio trigémino. Además de la piel, puede afectar mucosa de nariz, boca o conjuntiva. Debido a su carácter benigno no es necesario su tratamiento, sin embargo, puede afectar la calidad de vida de los pacientes por el impacto estético.
Se han utilizado diferentes formas de tratamiento como extirpación quirúrgica y colocación de injertos cutáneos, crioterapia, dermoabrasión, entre otras. Sin embargo, este tipo de tratamientos conllevan efectos secundarios que pueden ir desde manchas hiperpigmentadas (oscuras) postinflamatorias, manchas hipopigmentadas (blancas), hasta cambios en la textura de la piel como cicatrices.
A partir de 1980, emergen como opción terapéutica los láseres de remoción selectiva de pigmento, basados en el mecanismo de fototermolisis selectiva, permitiendo la destrucción precisa del pigmento sin daño a los tejidos circundantes, por lo que se disminuye el riesgo de efectos adversos. Los primeros láseres en introducirse fueron los láseres en el rango de los nanosegundos.
En 2013 se inicia el uso de láseres con duración de picosegundos demostrando que los pulsos ultra cortos y de esta duración ejercen una fragmentación más eficaz del pigmento y menor daño colateral, por lo que se consideran actualmente como el tratamiento de elección. El número de sesiones es variable (6-10). Antes de iniciar se requiere de anestesia tópica durante 30 minutos. Se trata de un procedimiento rápido de duración aproximada de 25-30 minutos, sin embargo, la duración depende de la extensión del nevo. En cuanto al dolor, es referido por los pacientes como leve-moderado. Al terminar la sesión el paciente persiste con ardor leve, se observará eritema, hinchazón, leve rocío sangrante que formará una costra, la cual se desprenderá en aproximadamente 10-14 dias. Se evaluará al paciente cada 6 semanas para poder realizar una nueva sesión.
Es importante el diagnóstico clínico apropiado de un nevo de Ota, así como la evaluación individual del paciente para la elección del tratamiento adecuado. Consulta a tu médico dermatólogo para más información.