
Cada día, en la consulta dermatológica, llegan más casos de lesiones compatibles con alguna forma de cáncer de piel. Además, este problema se observa con mayor frecuencia en pacientes más jóvenes. Este tipo de padecimiento se puede prevenir con medidas y cuidados diarios sencillos que se explican a continuación.
La exposición a la radiación ultravioleta (UV) es el factor de riesgo más importante.
La mayoría de los casos de cáncer de piel son provocados por la exposición excesiva a los rayos UV del sol, las camas bronceadoras o las lámparas solares. Los rayos UV pueden causar daño a las células de la piel. A corto plazo, este daño puede provocar quemaduras solares. Con el tiempo, el daño acumulado por los rayos UV puede causar cambios en la textura de la piel, envejecimiento prematuro y, en algunos casos, cáncer de piel.
Es posible reducir el riesgo de padecer cáncer de piel limitando o evitando la exposición a la radiación ultravioleta (UV):
- Evitar el sol: Limita la exposición al sol entre las 10:00 y las 16:00 horas, ya que durante este tiempo los rayos UV son más intensos.
- Usar protector solar: Aplica protector solar con un factor de protección solar (FPS) de 30 o superior, que incluya protección contra rayos UVA y UVB, al menos 15-20 minutos antes de salir. Reaplica cada cuatro horas, y después de nadar, secarte con una toalla o sudar.
- Protegerte con ropa: Usa ropa de manga larga, pantalones o faldas largas, y un sombrero de ala ancha. Si las prendas tienen la leyenda de protección solar, mejor aún, ya que su tejido más grueso ofrece mayor protección.
- Usar gafas de sol: Elige gafas que bloqueen los rayos UV.
- Revisar tu piel: Examina regularmente tus lunares y otras áreas de la piel para detectar cambios sospechosos. Se recomienda realizar una revisión médica preventiva al menos una vez al año.
- Evitar las camas de bronceado: No utilices máquinas de bronceado en interiores.
- Consumir antioxidantes: Incluye en tu dieta alimentos ricos en vitaminas C, E y A, zinc, selenio, betacaroteno, ácidos grasos omega-3, licopeno y polifenoles.
Es importante protegerse del sol durante todo el año, incluso en días nublados, ya que los rayos UV pueden seguir dañando la piel.
Con estas medidas, si se convierten en un hábito diario desde la infancia, se puede prevenir en gran medida la aparición de lesiones en la piel asociadas al cáncer.