
Las complejas interacciones entre la piel y la mente, dan origen a una serie de padecimientos llamados psicodermatosis en los cuales, son necesarios tanto la evaluación y el tratamiento dermatológico, como el psicológico o psiquiátrico. El reconocimiento de estos trastornos data de mucho tiempo atrás. Ya Hipócrates (460-377 a.C.) en sus escritos menciona los efectos del estrés sobre la piel citando casos de personas a las que se les cae el cabello en respuesta al estrés emocional. Además, Aristóteles (384-322 a.C.) sugiere que la mente y el cuerpo son dos entidades complementarias y no separadas como se pensaba antes.
La existencia de las llamadas psicodermatosis, se explica en parte debido a que la piel y el sistema nervioso son originados a partir de la misma capa germinal (el ectodermo). Existe también, por otro lado, una interrelación muy importante entre los sistemas inmune, nervioso, endocrino y la piel.
Además de trasmitir las condiciones internas al mundo externo, la piel funciona como una barrera física para proteger a los órganos internos de los agentes infecciosos, el estrés físico y diversos tipos de toxinas externas. Las respuestas inmunes de la piel involucran un vasto componente de células inmunes, neuropéptidos, hormonas y sus receptores funcionales correspondientes. Las células epidérmicas, así como las dérmicas y de los anexos producen neurotrasmisores y hormonas. Estos mediadores, pueden ser liberados también por las terminaciones nerviosas cutáneas.
Todo este intrincado sistema puede explicar, por ejemplo, que las situaciones estresantes que viven muchos de nuestros pacientes precipiten o agraven su acné, su dermatitis atópica o su psoriasis debido a los efectos de hormonas, neurotrasmisores o péptidos generados por el estrés emocional. O que, el hecho de sufrir un padecimiento en la piel genere ansiedad o depresión en nuestros pacientes. Es el caso, por ejemplo del vitíligo, la alopecia areata, el albinismo, los hemangiomas, la ictiosis y la psoriasis. Por otro lado, existen también trastornos psiquiátricos cuyo foco de atención y de conductas compulsivas resulta ser la piel o el pelo. Es el caso de padecimientos prototípicos de las psicodermatosis como la tricotilomanía, las excoriaciones neuróticas o el delirio de parasitosis.
El tratamiento de estos trastornos puede involucrar, a veces, solamente el conocimiento y la experiencia del dermatólogo y su éxito depende bastante de una buena relación médico-paciente que desarrolle empatía e incremente la adherencia y la satisfacción. Sin embargo, en muchos casos es necesario el tratamiento multidiciplinario junto con psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales.
Tanto los tratamientos farmacológicos como los no farmacológicos han sido usados exitosamente para tratar estos trastornos. Estos tratamientos pueden ser usados solos o en combinación, dependiendo de la evaluación médica y las necesidades de cada paciente. La psicoterapia cognitivo-conductual, la hipnosis, las técnicas de manejo de estrés, el entrenamiento en relajación y más recientemente la meditación mindfulness, son algunos ejemplos de enfoques no farmacológicos que han sido empleados exitosamente.
Por otra parte, los tratamientos farmacológicos incluyen antidepresivos como los inhibidores de recaptación de serotonina, ansiolíticos, antipsicóticos, antihistamínicos, corticoides orales y medicamentos tópicos entre otros. La elección de un tratamiento psicofarmacológico se basa en la naturaleza de la psicopatología según se trate de ansiedad, depresión, compulsión o psicosis.
Sin embargo, a diferencia de los psicofármacos, los tratamientos psicoterapéuticos permiten al paciente expresarse más abiertamente respecto de cómo lo afecta su trastorno. Lo ayudan a mejorar su autoestima cuando ésta se ve afectada por su padecimiento. Lo ayudan a cambiar el diálogo interno negativo motivado por presentar alguno de estos problemas y lo ayudan, finalmente en muchos casos, a aprender a aceptar la realidad de su condición. Esto, puede contribuir a la remisión o al mejoramiento de algunos de estos cuadros, o los hace, en el peor de los casos, mucho más llevaderos y con menos exacerbaciones.
Dr.Mauricio Dávila Sánchez
Dermatólogo y Psicoterapeuta
(CED.1381790)
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