Son lesiones en la piel y el tejido subcutáneo de una zona sometida a presión entre dos planos duros, el hueso de la persona y el soporte en el que se encuentra (cama o silla) levantando a un aplastamiento de vasos sanguíneos, lo que ocasiona una disminución del aporte de oxígeno y nutrientes a esa zona.
Las zonas comúnmente afectadas son el sacro (espalda baja), los talones y las caderas (prominencias óseas) y zonas expuestas a humedad por incontinencia, secreciones o transpiración.
Aparecen a menudo en personas hospitalizadas por otro problema y se prolonga su estancia en hospitales, sobre todo en adultos mayores ya que las capas de la piel llegan a adelgazar, a disminuir la grasa, músculo y vasos sanguíneos provocando una herida con mayor facilidad.
Circunstancias que aumentan probabilidad de úlceras:
Presión – Fricción – Humedad – Nutrición inadecuada.
Incapacidad de moverse debido a enfermedad.
Tener que estar en cama por largo periodo por alguna cirugía.
Perder sensibilidad por alguna lesión en los nervios.
Capacidad deteriorada para la cicatrización de las heridas debido a diabetes, insuficiencia venosa o enfermedad arterial periférica.
La mayoría causa dolor y comezón pero en algunas personas pueden llegar a ser indoloras, se clasifican de acuerdo a la gravedad de la lesión:
I. Piel color rojo pero sin presencia de herida. En pieles oscuras no hay cambios de color, piel caliente, firme, suave o sensible.
II. Hay presencia de úlcera, es poco profunda, con una base entre rosa y roja, pérdida de piel superficial, abrasiones, ampollas o ambas.
III. Ha desaparecido la piel sobre la úlcera, puede llegar a ser profunda y abarcar hasta el tejido adiposo (grasa).
IV. Ha desaparecido la piel y están expuestos músculos, tendones y huesos.
Inclasificable: no se puede determinar en qué fase se encuentra por estar cubierta de costra.
Cuando la úlcera se observa con bordes rojos, calientes, dolorosos, con pus, olor desagradable y con fiebre significa que se encuentra infectada por bacterias y esto llega a retrasar la sanación y llegar a penetrar al hueso o al torrente sanguíneo.
Los objetivos del tratamiento son aliviar la presión colocando dispositivos de protección y superficies de apoyo, reposicionamiento frecuente y movimiento cada 2 hrs, limpieza y desbridamiento de la misma por personas especialistas y cubrirlas adecuadamente ya sea con hidrogeles o parches hidrocoloides, controlar cualquier infección con antibióticos indicados por un especialista y proporcionar la nutrición adecuada.