Fue hace aproximadamente doce años cuando la palabra metrosexual fue un boom en los medios de comunicación. A pesar de que ésta tuvo su primera aparición en 1994, acuñada por el periodista Mark Simpson en el periódico británico The Independent, no fue hasta el 2002 cuando Simpson reformuló la definición y la convirtió en tema de que hablar. Periódicos como The New York Times, en Estados Unidos, comenzaron hablar de estos “nuevos” hombres que, posteriormente, se volvieron una moda mundial, sobre todo, en las grandes urbes. Ya no había más que temer, ¿a qué hombre no le gustaría ser comparado con David Beckham por la manera de cuidarse y arreglarse?
En las grandes ciudades del mundo, descendieron los prejuicios sociales sobre el cuidado de la apariencia física en hombres y, más tarde, el fenómeno cedió; se volvió cotidiano gracias a las grandes marcas, que con nuevos productos y fuertes campañas de publicidad les decían a todos los hombres y a las sociedades: “los hombres que se cuidan no son menos masculinos, sino todo lo contrario”.
Actualmente, la palabra metrosexual ha perdido relevancia y no es más que una de tantas etiquetas sociales. Lo verdaderamente importante de ella es la enseñanza que nos dejó y lo que nos hizo comprender: si un hombre se cuida y se preocupa por su apariencia es porque se quiere a sí mismo.
En México no fue ni es tan fácil. Un hombre que se preocupa por su físico y que aparte dedica tiempo y dinero en ello, no va con los estereotipos sociales mexicanos, mucho menos, por supuesto, con el predominio del machismo. Aquí, los “verdaderos” hombres son como Emiliano Zapata o Francisco Villa; de imagen tosca y áspera. Afortunadamente, ciudades como México, Monterrey, Guadalajara y capitales importantes del país han dado los primeros pasos; gracias a la apertura y el alcance de la información, cada vez más hombres se cuidan y se preocupan por su apariencia. Pero aún está el resto del país.
“Necesitas quererte a ti mismo como persona para poder querer y dar a los demás, por eso me arreglo y me gusta cuidarme”, me dice Fidel del otro lado del teléfono.
Él es un hombre al que le gusta cuidarse, verse bien y quien no vive en Guadalajara ni en una metrópoli. Me cuenta que a sus 43 años tiene un matrimonio de 17 años, que es el hermano más grande y que la gente le dice que se ve muy bien; mejor que sus hermanos más chicos.
Poco tiempo atrás, Fidel se aplicó la toxina botulínica en la cara, su primer tratamiento dermatológico. Y lo hizo, no sin antes conocer a detalle el procedimiento de la mano de su dermatólogo, Gabriel Huerta.
Fidel me cuenta su experiencia.
¿Cómo es qué decides aplicarte la toxina botulínica?
Fidel: Hace como cinco años, a mi esposa le salieron como espinillas feas en la cara y ella se cohibía. Yo le compraba cremas y anduvimos con doctores en Zamora, La Piedad; se ponía de todo y nada. Hasta que hace un año, mis cuñadas nos dijeron que fuéramos con el doctor, Gabriel Huerta, y su esposa, Ileana, a Guadalajara. Así que la llevé y ya tenemos más de un año yendo con él y muy bien.
Yo me cuido mucho. Yo nunca anduve con dermatólogos ni nada y tengo mi cara bien. A mi se me antojaba arreglarme algo y llevando a mi esposa y a mis hijos, hace como un mes que les tocó cita, le preguntamos al doctor sobre el botox y dije “pues por qué no, si se puede hacer”. Yo sí le dije “a mí me gusta arreglarme”, yo me pinto el cabello, me lo corto, me pongo una crema casera que preparo y que me ha dado muy buenos resultados. Me dice el doctor “no pues tienes tu cara muy bien humectada”.
¿Cómo es el procedimiento?, ¿en qué consiste?
Fidel: El doctor me explicó lo que iba hacer, si me iba a doler o a tener alguna reacción o algo. Es una inyección, solo sientes el piquetito de la aguja, no duele. Y, después de aplicarlo, me dijo que en una hora no me riera ni masticara, ya después podría hacer todo. También sientes unas “bolitas” en la cara, pero poco a poco se fueron destruyendo y no duelen. Ya en mi casa, yo arrugaba la frente y no se me nota nada, se nota el cambio al instante, luego luego.
¿Y cuando desaparecieron las “bolitas”?
Fidel: Se me desaparecieron rápido, pero no se ven, solo se sienten. Yo las tocaba y la sentía, pero no las veía. El doctor me explicó que se iban a desaparecer regándose por la cara.
¿Cuántas sesiones son?
Fidel: Yo fui dos veces, la primera vez y a los 15 días fui de vuelta para que me retocara, donde él veía que necesitaba un poquito más. También me explicó y me recomendó que la duración del efecto es de cuatro meses para que no se note nada, máximo cinco. Y si está dentro de mis posibilidades, yo sí me lo seguiré aplicando porque me siento bien y porque la gente me dice que me veo muy bien.
¿Tuviste efectos secundarios?
Fidel: No, ninguno.
¿Tuviste que llevar cuidados posteriores?
Fidel: Ningún cuidado, nada más durante una hora u hora y media no hablar mucho y no reírme para que no quedara marcado.
¿Es costoso?
Fidel: Yo digo que no porque a veces gastamos más en otras cosas que no ocupamos y que no son necesarias, y hay que gastar mejor en nosotros mismos para vernos mejor.
¿Ahora cómo te sentiste? ¿te agradaron los resultados?
Fidel: Muy a gusto, más que nada, porque me gusta estar arreglado, quererme y todo. Se motiva uno más cuando la gente te dice que te ves bien y más joven.
¿Por qué crees que los hombres debemos cuidarnos y preocuparnos por nuestro físico y nuestra apariencia?
Fidel: Por uno mismo, por quererse como persona y valorarse. Que sí entra un poquito la vanidad, sí, pero no por el simple hecho de que te arregles dejas de ser lo que eres y quien eres; es solo para verse uno bien, presentable.
Yo tomaba mucho vino y me puse muy malo, gracias a Dios, ya estoy controlado. Después de esto me acerque con el cura, Rafa Morales, y él me enseñó a quererme a mí mismo como persona, me enseñó que no me debe pesar gastar para mi persona y mi salud.
¿Qué le dirías a los hombres que sienten curiosidad por mejorar su apariencia con procedimientos dermatológicos, pero que no se sienten convencidos, ya sea por miedo a no saber qué resultados obtendrán o bien por el qué dirán?
Fidel: Yo les diría que el qué dirán lo dejen, porque el qué dirán diario va estar, siempre va haber quien te critique. Pero teniendo la seguridad en ellos mismos y si está dentro de sus posibilidades, que lo hagan; los resultados son muy buenos, se notan y, entre más pasan los días, como que se ve uno más bien. Yo me siento muy a gusto, muy bien y le doy muchas gracias a mi familia y al señor cura Rafael por su apoyo; querer a mi familia y a mí mismo es para dar a los demás.
La toxina botulínica es una proteína que ayuda a frenar los espasmos musculares e interfiere en la capacidad de contracción de los músculos de las zonas deseadas, haciendo desaparecer las líneas y arrugas de la piel. Y ésta es solo uno de los tantos procedimientos estéticos que los hombres pueden aplicarse para mejorar su apariencia y rejuvenecer.
Por Tómas Ramírez Almanza