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Rosácea: una enfermedad tratable

By 9 noviembre, 2017agosto 24th, 2023La Voz del Paciente

Paciente: María Fernanda Hernández

María Fernanda Hernández padece de Rosácea una enfermedad crónica en la piel que suele afectar la frente, nariz, pómulos, mejillas y mentón, con este padecimiento se produce una eritema facial, es decir, áreas enrojecidas, con lesiones y a veces, pústulas que simulan acné. La Rosácea es un padecimiento sin cura, pero que con tratamiento se puede prevenir su extensión y controlarlo. María Fernanda comparte su experiencia sobre cómo es que ya había perdido toda esperanza sobre los tratamientos hasta que llegó con el Dr. Gabriel Huerta.

  1. ¿A qué edad comenzaste a presentar este padecimiento?

Entre los 24 y 25 años. Yo creo que fue como crisis, ya que fue justo antes de casarme, cuando estaba haciendo todos los preparativos, en todo ese momento de estrés fue cuando me empezó a surgir.

  1. ¿Conocías o habías escuchado antes sobre este padecimiento?

No tenía idea, yo pensé que era nada más como una irritación y ya, pero no tenía la menor idea de lo que me estaba pasando, luego pensé que era acné porque son como granitos entonces realmente lo deje así.

  1. ¿Cuáles son los síntomas o las características que tuviste?

Empecé a sentir como resequedad en la zona, empezó de mi lado izquierdo en el área de los pómulos, y dependiendo de la temperatura si hacía calor se hacían como más granitos. Tú ves que son como granitos pero no los sientes y ya después comienzan a brotar y sale como un sarpullido. A mi me paso en los pómulos y en las mejillas.

  1. Antes de acudir con el Doctor Gabriel Huerta ¿Qué tipo de tratamientos hacías?

Esto fue hace 9 años, por mucho tiempo seguí creyendo que era como acné, después se me fue extendiendo entonces fue ahí cuando fui con un dermatólogo, llegue a ir con dos de hecho, y con cada uno pasé tratamientos; ya sabes, comprar miles de medicamentos, cambiar mis hábitos alimenticios, etc. la verdad fue mucho, entre dinero y tiempo pero nunca vi una mejora. Los dos doctores me dijeron que la Rosácea no tiene cura, que sólo se controlaba. Entonces pensé, estoy metiendo dinero, me obligan a salir a la calle sin maquillaje y con unas cremas con tono verdoso que hasta las personas se me quedaban viendo feo y yo sólo pensaba: todo sea porque se me quite, y nunca pasaba, así que lo dejé, me desesperé.

  1. ¿Cómo es que decidiste ir con el Dr. Gabriel?

Por una compañera de trabajo que de hecho también padece de Rosácea, yo ya había perdido la fé, pensé que así sería toda mi vida, así iba a vivir, y ella me dijo que me cuidara, ya que ya lo tenía extendido en los dos pómulos y me dijo que se me podía expandir a la nariz; la nariz se ensancha y se deforma y yo no le creía, me mencionó que en internet encontraría imágenes y fue ahí cuando lo confirmé. La Rosácea cuando pasa a la nariz hace que ésta se deforme completamente, y me dió el número del doctor Gabriel. La primera vez que llamé me dijeron que no había citas, que todo estaba ocupado hasta dentro de 5 meses, pero por alguna extraña circunstancia me llamaron al día siguiente y me dijeron que había un espacio que habían cancelado, y acepté tomarlo.

  1. ¿Qué te dijo acerca del padecimiento? ¿Cómo es que se te presentó?

 Me dijo que pudieron haber sido muchos factores que quizá ocasionaron el padecimiento y que efectivamente no se quita pero que se puede controlar. Y le dije que la verdad tenía muy poca fé, y él me respondió, que en realidad mi Rosácea no estaba tan grave, que en casos muy severos puede presentarse hasta en la nariz, pero que de igual forma valía la pena que me lo atendiera, que me diera la oportunidad.

  1. ¿En qué consistió tu tratamiento? ¿Fue doloroso?

El doctor me recetó unas pastillas, cremas, un jabón y agua termal, aparte me dio instrucciones súper sencillas. No y no era nada doloroso. Me realice luz pulsada, el doctor me dijo que ayudaría a desinflamar los vasos sanguíneos, me recomendó hacerme una sesión al mes, durante cuatro meses.

  1. ¿Cuánto te llevó hacer todo el tratamiento?

Me llevó alrededor de  5 meses. Era un tratamiento súper simple, porque pues, nada más era lavarme en la mañana la cara, y en la noche antes de dormir, entonces no era de cada tres o cuatro horas. Hacía todo mi tratamiento y aparte a los 15 días de empezar fui a hacer lo de la luz pulsada, te lo juro que para el primer mes yo ya estaba viendo cambios impresionantes. No lo podía creer. Le dije al doctor en mi segunda cita “Si de verdad esto es lo mejor que se puede lograr, estoy contenta ya así, estoy en un punto donde pensé que nunca iba a llegar” con que yo pudiera salir a la calle sin maquillaje me hacía sentir realizada. Antes, nunca me quería voltear a ver, puesto que, dependiendo mi ciclo menstrual o de si hacía mucho calor, la rosácea se ponía horrible.

  1. ¿Fue costoso?

No es algo a lo mejor barato, pero para mí, con base a los resultados, valió cada centavo y más; porque después de intentar dos veces en tratamientos sin ningún resultado, éste último siento que cada peso que pagué fue una inversión.

     10. Ahora que llevaste a cabo todo este proceso ¿Cómo te sientes contigo misma?


A mí me da emoción, porque te lo juro que no me agradaba verme al espejo, y ahora me encanta mi cara, me da gusto. Ahorita por ejemplo, no traigo maquillaje y me siento cómoda, caminando en la calle siento mayor seguridad en mí. Me siento muy agradecida con el Dr. Gabriel.

     11. ¿Qué les recomendarías a las personas que padecen Rosácea?

Que vale la pena el tratamiento del Dr. Gabriel, es muy  bueno, después de tener rosácea nueve años y que en cinco meses se me haya quitado fue literalmente veloz. Me siento otra, el doctor me dijo que lo vería en cuatro semanas, que ya podía dejar las pastillas y que solo continuará con las cremas, que de por sí es lo mismo que yo ya hacía, nada más cambié de marcas, lo de la luz pulsada me dijo que me esperara cuatro semanas, que igual tendría una sesión más y que ya luego quizá solo dos veces al año. Para mí fue un cambio dramático, me subió el ánimo completamente, ya puedo verme a los ojos y la boca, ya no veo la rosácea, me veo a mí.

 


Lic. Gladis Verdugo

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